Los hallazgos de piezas contrastan en Viladonga con la necesidad de ampliar la zona pública.

En el castro de Viladonga (Castro de Rei) van ya más de 40 años pasados desde que se iniciaron las primeras excavaciones emprendidas por Chamoso Lamas. El Museo, contiguo al castro, lleva más de 30 abierto, con piezas exhibidas o guardadas tras haber aparecido en el recinto. Sin embargo, la capacidad de ampliar el patrimonio con nuevos hallazgos no se ha detenido; la necesidad de conseguir terreno que hoy está en manos privadas, tampoco.

La limpieza y la excavación del año pasado, realizadas por la empresa Terra Arqueos y financiadas con fondos de la Xunta y del programa comunitario Feder, ofrecieron una nueva cosecha de piezas, restos de cerámica y de tejas, que aporta dos consecuencias: la primera, que seguirá creciendo la lista de piezas en el museo; la segunda, que se ratifica una vez más la romanización del castro, ya que la teja es un material propio del mundo romano frente a las cubiertas vegetales anteriores. Solo la croa y una parte del antecastro son terreno público en estos momentos. La directora del Museo de Viladonga, Elena Varela, considera que uno de los objetivos necesarios es la compra de terreno que hoy es de particulares, pues así se dispondría de más espacio para investigar. La campaña del 2016 dejó en el castro un nuevo sistema de consolidación, con mortero en lugar de capa vegetal sobre láminas de pizarra, así como la aparición de un nuevo acceso al adarve de la muralla, una estructura que ya había aparecido en otros lugares durante trabajos anteriores.